lunes, 3 de mayo de 2010

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Innovar partiendo del “valor añadido real” que somos capaces de ofrecer a nuestros alumnos/as. Breve resumen de una ponencia de F. Javier Murillo (Facultad de formación de profesorado y educación. Madrid)

Delimitando responsabilidades.

Se han cumplido 46 años desde que se publicó “El Informe Coleman”, donde se minimizaba la responsabilidad que se debe atribuir a la escuela en las calificaciones finales obtenidas por sus alumnos.
Medio siglo después, han cambiado muchas cosas en el ámbito de la educación, y se ha intentado determinar con más precisión la incidencia real que tiene la escuela en el comportamiento académico de sus alumnos/as en la actualidad. La sociedad, la familia, el sistema educativo…etc. también influyen en el estudiante y tienen sus respectivas “cuotas de responsabilidad” que deben ser cuantificadas para conocer mejor en qué contexto ejercemos nuestra actividad docente.
De los numerosos estudios y trabajos que se han publicado sobre el tema, se estima que el Valor Añadido que como máximo puede ofrecer la escuela como agente implicado en la labor educativo-académica de sus alumnos (analizado desde otro punto de vista; responsabilidad máxima que se puede atribuir a la escuela como facilitador de los resultados académicos de sus alumnos/as) oscila entre un 20% y un 25%. En el estado español, este porcentaje se reduce considerablemente hasta un, permítaseme la apreciación, insignificante 15% (o, incluso, menos; mayor en matemáticas, menor en lengua).
Por lo tanto, ¿quién es, qué agentes son, responsables del restante 75% (85% en nuestro caso)? Destaca como factor principal el nivel cultural de los padres y, concretamente, se destaca el papel primordial que desempeña el nivel cultural de la madre como elemento destacado que condiciona los resultados académicos de los alumnos/as. Existen otros factores tales como el nivel socio-económico de la familia, el esfuerzo y la motivación del propio alumno, el sistema educativo…etc.
Tomando como referencia estos resultados, se entiende que es exagerada la presión que se ejerce sobre el centro escolar como responsable principal de los resultados académicos de sus alumnos/as matriculados. Tal presión se canaliza a través de pruebas externas como por ejemplo, PISA.
Se han elaborado estudios complementarios que se centran en el análisis de la coherencia entre los resultados. Por ejemplo, un centro en el cual sus alumnos/as obtienen buenos resultados en matemáticas, los obtienen también, por ejemplo, en lengua? ¿Existe, de la misma manera, alguna correlación entre los resultados académicos y los valores que tienen los centros educativos como referencia principal de su actividad educativa?
En general, expertos del ámbito de la pedagogía sostienen que los centros en los cuales los resultados son buenos en materias científicas, como por ejemplo matemáticas, son también buenos en resultados en materias socio-lingüísticas, como por ejemplo, lengua. Esa correlación entre resultados positivos, existe.
Por otro lado, nos debería preocupar también lo que los expertos denominan “calidad general”. Es decir, un centro donde los alumnos obtienen buenos resultados académicos, ¿obtienen, a su vez, resultados positivos en valores difíciles de ser medidos como por ejemplo el racismo o la intolerancia? La respuesta es difícil, pero en este segundo caso establecer correlaciones positivas no es tan fácil, los alumnos pueden haber superado un número determinado de materias, pero pueden no estar formados en valores universales como los dos que se han expuesto. En este caso, no sería adecuado calificar la actividad docente de ese supuesto centro donde los alumnos obtienen buenos resultados académicos pero no están formados en valores universales como de calidad.
Además de la coherencia entre resultados, también se ha analizado en otros trabajos adicionales la duración de los mismos; un centro es de calidad si las enseñanzas que obtiene un alumno en el mismo se mantienen en el tiempo. Los análisis demuestran que, en la mayoría de los casos, los conocimientos adquiridos sí se mantienen en el tiempo. Sin embargo, debemos ser muy cuidadosos en los análisis que realizamos porque, en algunos casos podríamos afirmar que, por ejemplo, un centro que oferta la ESO es un centro de calidad, cuando, realmente, lo único que posee es una capacidad para atraer a alumnos/as que provienen de otros centros que sí son de calidad.

Delimitación del concepto del valor añadido escolar.

Como recientemente se ha expuesto, los estudios demuestran que son muchos los factores y agentes que participan en el proceso formativo de los alumnos y, aunque evidentemente la escuela es uno de ellos, no es precisamente el más importante o relevante (recuérdese el 15% estimado para el estado español).
Mediante las presentes líneas se pretende subrayar la importancia de basar la actividad educativa en torno al valor añadido real que se puede proporcionar y por lo tanto ofertar a potenciales alumnos/as. Se debe entender como valor añadido escolar la aportación que son capaces de otorgar los centros educativos en el progreso del proceso educacional a sus alumnos/as. Para calcularlo, el sentido común nos indica que deberíamos medir la actividad del alumno y, de tal suma, restar lo que los “agentes externos” han proporcionado.
Un factor externo básico que nos va a condicionar en nuestra actividad docente es el rendimiento que el alumno/a poseía antes de matricularse en nuestro centro. Es un elemento que deberíamos “restar” para poder estimar el valor añadido que realmente ofrecemos y concluir si, realmente, somos o no un centro de calidad.
También deberemos restar la influencia ejercida por la familia (nivel educacional de la madre, etapas educativas alcanzadas y superadas por los progenitores, hábitos culturales de los mismos, posesiones materiales…etc.). Nos vamos a encontrar ante muchísimas dificultades para cuantificar tales variables; por ello, nos deberemos centrar en indicadores indirectos como pueden ser el fijarnos en si reciben alguna beca por estudios, ayudas para la alimentación…etc.
Otras variables que deberán ser restadas son la influencia que puede ejercer el pertenecer aun determinado género, grupo étnico, grupo religioso, grupo lingüístico minoritario, extranjero o ambas cosas…etc. También intentaremos restar el contexto económico-social en el cual se ubica el centro.
Para realizar la estimación debemos recurrir a las herramientas que nos proporciona la estadística y que se utilizan en las ciencias sociales.

¿Por qué nos interesa el valor añadido escolar? La utilidad de la identificación del valor añadido escolar.

El valor añadido escolar nos ofrece datos sobre la calidad que nuestro centro escolar proporciona a sus alumnos. Son datos netos, ya que se ha excluido la influencia que ejercen los agentes externos anteriormente mencionados.
La teoría del valor añadido es útil para gestionar los resultados y la oferta educativa, tomar decisiones administrativas y desarrollar la escuela.
En lo que a la primera se refiere, el centro puede ser más claro y explícito con las familias a la hora de explicarles su proyecto educativo, sus objetivos, sus resultados y, si se diera el caso, sus logros. Los receptores podrán identificar de una manera más rápida y fácil la actividad escolar.
En lo referente a la segunda, la administración del centro podrá dar pasos más firmes para mejorar su eficiencia. Podrá identificar en qué etapas educativas se dan peores resultados, qué etapas necesitan más personal docente, qué etapas tienen más necesidad de formación, recursos materiales…etc.
Por último, la identificación del valor añadido real que la escuela proporciona a sus alumnos/as nos da información sobre la calidad “real” de la actividad docente que se oferta en la escuela. Así, podremos ayudar mejor a nuestros alumnos/as, desarrollar mejor la perspectiva autorrealizadora de los docentes y PAS, identificaremos mejor nuestros éxitos y podremos celebrar nuestros logros; en definitiva, podremos mejorar las expectativas de la escuela.

3 comentarios:

  1. Sorprende el bajo valor (15%) del valor añadido medio que las escuelas aportan. Falta de concretar de que niveles educativos estamos hablando, porque probablemente ese porcentaje varíe.

    Me parece un indicador muy difícil de calcular con homogeneidad, pero esta claro que si se pudiera medir sistemáticamente, sería una buena herramienta para mejorar el trabajo que realizamos.

    Por otra parte los indicadores de satisfacción del alumnado que utilizamos para evaluarnos no garantiza una medición fiable del "valor añadido" del que se habla en este post.

    Es un campo interesante este, que merecerá ser estudiado en adelante para seguir mejorando en nuestras actividaders.

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  2. Me parece una teoría muy interesante. Da cuerpo teórico a apreciaciones que a menudo comentamos entre pasillos. Muchas veces (la mayoría) se valora la calidad de un centro educativo en función de un listado de resultados académicos (en el caso de bachillerato por ejemplo con las notas de selectividad), sin tener en cuenta toda esa serie de factores que habría que restar en muchos casos. Es lo que a la Administración se le ha indicado en diferentes ocasiones "No tenéis en cuenta el punto de partida educativo del alumno, solo os fijáis en los resultados finales alcanzados y en función de ello colocáis o quitáis las medallas".

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  3. Me parece una información interesante porque deja bien claro la responsabilidad ( bastante baja en mi opinión)que tienen los centros educativos en la formación de los chicos/as.
    Esto nos da alguna pista para tratar de definir indicadores que midan nuestra aportación a los alumnos/as.

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